domingo, 4 de mayo de 2008

La impermanencia de la vida

En la película El Pequeño Buda, de Bernardo Bertolucci, se mostró, en una forma muy poética, un principio budhist que es el principio de la impermanencia. El budhists toma un largo tiempo la construcción de complejos y delicados de coloridos mandalas de arena, en el suelo, para más tarde, con un compromiso firme y definitivo gesto, destruir con las manos. Lo hacen para recordar a propósito que en la vida nada es permanente y que no debe depender de cosas o estados de ánimo para ser feliz. Somos seres muy especiales, con una increíble capacidad de amar, perdonar, crecer y desarrollarse. Para ser verdad, lo único que tenemos realmente es el momento actual, con sus innumerables invitaciones de desarrollo y múltiples acciones, o si no las acciones. Es evidente que las cosas que hacen parte de nuestras vidas son importantes y amados, sino un poco de desapego nos traen enormes beneficios.

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